En el capítulo V de la Estructura de las Revoluciones Científicas, Kuhn profundiza en la relación entre los paradigmas, las reglas científicas y la práctica de la ciencia normal. Sostiene que, al estudiar históricamente una especialidad científica, el investigador no encuentra primero un conjunto claro y explícito de reglas compartidas, sino más bien una serie de ejemplos recurrentes —casos paradigmáticos— que se enseñan en libros de texto, clases y laboratorios. Estos ejemplos constituyen los paradigmas que los científicos usan para aprender y practicar su oficio.
Sin embargo, identificar los paradigmas no es lo mismo que identificar las reglas. De hecho, Kuhn señala que buscar reglas explícitas es mucho más difícil y frustrante que detectar paradigmas. Las reglas que parecen obvias en teoría, muchas veces no son compartidas universalmente por todos los miembros de la comunidad científica. Esto se debe a que los científicos pueden coincidir en usar un paradigma sin necesariamente estar de acuerdo en su interpretación abstracta ni en extraer reglas generales de él.
Kuhn apoya esta afirmación recurriendo a la analogía con Wittgenstein y la noción de "semejanza de familia": así como no hay una definición única que abarque todos los juegos, tampoco hay un conjunto de reglas que determine con claridad todos los casos de ciencia normal. Más bien, los problemas, técnicas y soluciones científicas se conectan entre sí por semejanzas, no por reglas universales.
Además, destaca el papel de la educación científica, que no transmite las reglas de manera abstracta, sino mediante el uso reiterado de ejemplos y la resolución práctica de problemas. Los científicos aprenden por inmersión en una tradición, sin necesidad de abstraer o formular principios explícitos.
Los paradigmas, entonces, preceden y sustentan las reglas: son más fundamentales, más amplios y más eficaces para guiar la investigación. Solo cuando los paradigmas son inestables —como en los períodos preparadigmáticos o durante las revoluciones científicas— las reglas vuelven a cobrar protagonismo, pues los científicos deben discutir sobre normas y métodos legítimos.
Kuhn señala también que, debido a la especialización científica, un mismo paradigma puede significar cosas distintas para subgrupos distintos. Por ejemplo, la mecánica cuántica puede ser central para un físico de partículas pero secundaria o irrelevante para un químico o un físico del estado sólido. Por eso, las revoluciones científicas pueden afectar solo a subespecialidades sin alterar todo el edificio científico.
El capítulo concluye con un ejemplo revelador: ante la pregunta “¿es un átomo de helio una molécula?”, un físico y un químico ofrecen respuestas distintas. Aunque ambos se refieren al mismo objeto, lo interpretan de acuerdo con las tradiciones paradigmáticas de sus disciplinas. Esta diferencia ilustra que la percepción científica está moldeada por los paradigmas específicos de cada formación.
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