El Trilema de Agripa y la Estructura de la Justificación
Uno de los problemas más antiguos en epistemología es el Trilema de Agripa, que plantea una dificultad fundamental sobre cómo justificamos nuestras creencias. El trilema nos confronta con tres opciones, todas aparentemente problemáticas:
Creencias sin justificación: Algunas creencias no tienen fundamento, lo que significa que no estarían realmente justificadas.
Regresión infinita: Cada creencia necesita otra creencia que la justifique, lo que nos lleva a un proceso sin fin.
Justificación circular: Algunas creencias se justifican entre sí de manera cíclica, lo que no proporciona una verdadera base de justificación.
Cada una de estas opciones tiene consecuencias problemáticas. Al igual que una casa sin cimientos, con cimientos infinitos o con cimientos circulares no se sostendría de manera estable, una creencia que cae en una de estas tres categorías parecería no estar realmente justificada.
El Trilema de Agripa y el Escepticismo Pirrónico
El Trilema de Agripa recibe su nombre de Agripa, un filósofo escéptico de la antigua Grecia que pertenecía a la tradición del escepticismo pirrónico. Poco se sabe sobre su vida, en parte porque los escépticos pirrónicos no escribían sus propias ideas, ya que rechazaban la posibilidad de afirmar cualquier conocimiento.
Lo que conocemos de Agripa proviene principalmente de Diógenes Laercio (c. 250 d.C.) y de Sexto Empírico (c. 200 d.C.), quienes documentaron las estrategias escépticas pirrónicas.
Originalmente, la estrategia escéptica de Agripa se formuló en cinco estrategias para inducir la duda, pero con el tiempo se redujo a tres ideas clave, lo que dio lugar al Trilema de Agripa tal como lo conocemos hoy.
El trilema es una poderosa herramienta para entender el problema de la justificación del conocimiento y ha llevado a los epistemólogos a explorar diferentes maneras de estructurar la justificación para evitar sus problemas.
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