Pascal sostiene que, aunque no tengamos evidencia suficiente para creer en Dios, es racional hacerlo desde una perspectiva pragmática:
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Si Dios existe y crees en Él → obtienes una recompensa infinita (vida eterna).
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Si Dios no existe y crees → pierdes poco o nada.
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Si Dios existe y no crees → pierdes todo (condena eterna).
Por tanto, apostar por la existencia de Dios es la opción más razonable, porque el beneficio potencial supera con creces cualquier pérdida posible.
Racionalidad práctica vs. racionalidad epistémica
Pritchard aclara que, incluso si el argumento de Pascal fuera válido, no muestra que la creencia en Dios sea epistémicamente racional.
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Sería pragmáticamente racional (útil, prudente, ventajosa),
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pero no epistémicamente racional, porque no se basa en evidencia ni en normas epistémicas adecuadas que indiquen que la proposición “Dios existe” es verdadera.
En otras palabras, la racionalidad epistémica tiene como meta la verdad, mientras que la racionalidad práctica tiene como meta la utilidad o conveniencia. Pascal mismo reconoce que su argumento no prueba la existencia de Dios, sólo que conviene creer en Él.
Relevancia para el debate internalismo/externalismo
La apuesta de Pascal ayuda a Pritchard a precisar el alcance de la racionalidad epistémica, que es el núcleo del debate entre internalistas y externalistas:
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Los internalistas sostienen que una creencia es racional o justificada solo si el agente tiene acceso consciente a las razones o evidencias que la sustentan (como la reflexión interna sobre la validez de sus normas epistémicas).
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Los externalistas, en cambio, afirman que lo que importa es que la creencia sea producida por un proceso fiable, incluso si el sujeto no tiene acceso reflexivo a esas condiciones.
La apuesta muestra que no toda creencia racional es epistémicamente racional: una creencia puede ser “razonable” desde un punto de vista práctico o moral, pero epistémicamente defectuosa si carece de relación con la verdad o con métodos cognitivos fiables.
La distinción que ilustra Pascal prepara el terreno para la discusión del capítulo:
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No basta con que una creencia sea “racional” en un sentido práctico.
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Para que sea epistémicamente racional, debe estar orientada hacia la verdad y formarse de acuerdo con normas cognitivas adecuadas, sean accesibles al sujeto (internalismo) o externas a su control (externalismo).
Laa Apuesta de Pascal es el ejemplo paradigmático de cómo algo puede ser racional sin ser conocimiento, marcando la frontera entre lo pragmáticamente conveniente y lo epistémicamente justificado.
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