Carnap, las descripciones de estado y el golpe lógico de Quine (Dos dogmas del empirismo pt. 2.1)


Carnap, las descripciones de estado y el golpe a la lógica por Quine

1. El sueño lógico de Carnap

En los años treinta y cuarenta, Rudolf Carnap creía que la filosofía podía alcanzar la claridad de la lógica. Su meta era arquitectónica: construir un lenguaje perfecto donde cada proposición tuviera su lugar, y donde la verdad no dependiera de intuiciones vagas ni de fantasmas metafísicos, sino de reglas formales.

Para eso propuso una herramienta elegante y poderosa: las descripciones de estado (state-descriptions). Estas son en realidad, una versión refinada de una idea simple: una descripción de estado es una fotografía completa de cómo podría ser el mundo, según los enunciados atómicos de un lenguaje.

Descripciones de estado: convencionales y formales

En un lenguaje formal, cada proposición básica (o enunciado atómico) puede ser verdadera (V) o falsa (F). Una descripción de estado es una combinación completa de valores de verdad para todas esas proposiciones atómicas.

Imaginemos un lenguaje mínimo con tres enunciados atómicos:

p = “Pedro es alto”

q = “Pedro es moreno”

r = “Pedro es filósofo”

Entonces una descripción de estado es simplemente una tabla que dice, para cada proposición, si es verdadera o falsa.

Descripción p q r
D₁ V V V
D₂ V V F
D₃ V F V
D₄ F F F

Cada fila representa un mundo posible dentro del lenguaje, una forma coherente en que las cosas podrían ser.

Carnap, fiel a su principio de tolerancia, sostenía que estos valores no se derivan de la experiencia ni de los hechos (¡mucho menos de la moral, porque la lógica no tiene moral!), sino que se estipulan dentro del sistema. No importa si los enunciados se refieren a unicornios o a electrones, lo relevante es que el sistema permita asignar valores de verdad coherentes.

Por tanto, las descripciones de estado son convencionales y formales: no describen cómo es el mundo, sino cómo podría ser representado lógicamente.

 ¿Qué significa “verdadero en todas las descripciones de estado”?

Aquí entra el corazón de la teoría. Tal como señala Quine en Two Dogmas of Empiricism (p. 1569,  Carnap, en Meaning and Necessity (1947), define un enunciado analítico como aquel que es verdadero en todas las descripciones de estado posibles.

Esto significa que su valor de verdad no depende de cómo se asignen los valores de verdad a los enunciados atómicos. En otras palabras, su verdad no depende de los hechos, sino de la estructura lógica del lenguaje.

Veamos algunos ejemplos con nuestras cuatro descripciones:

Enunciado D₁ (V,V,V) D₂ (V,V,F) D₃ (V,F,V) D₄ (F,F,F) ¿Verdadero en todas? Tipo
p V V V F           ❌        Contingente
¬p F F F V           ❌        Contingente
p ∨ ¬p V V V V           ✅        Tautología
p ∧ ¬p F F F F              ✅ (siempre F)        Contradicción
(p ∧ q) → p V V V V.            ✅         Tautología

Así, “Pedro es alto” depende de cómo sea el mundo (es contingente), pero “p ∨ ¬p” (el principio del tercero excluido) es verdadero sin importar nada del mundo, porque es verdadero en todas las descripciones de estado.

Carnap recupera aquí la intuición leibniziana, de que una proposición necesaria "es aquella que es verdadera en todos los mundos posibles.”

Sólo que, en lugar de hablar de mundos posibles metafísicos, Carnap los reemplaza por configuraciones formales del lenguaje.

El intento de salvar la analiticidad

La distinción entre enunciados analíticos y sintéticos era uno de los pilares del empirismo lógico.

  • Analíticos: verdaderos por el significado de las palabras o por las reglas del lenguaje.

  • Sintéticos: verdaderos o falsos dependiendo de la experiencia.

Carnap creía que con las descripciones de estado podía formalizar esa diferencia: bastaba con definir como analítico todo enunciado que resultara verdadero en todas las configuraciones posibles del sistema.

De ese modo, la analiticidad se volvía una propiedad definible dentro del lenguaje, no una intuición semántica ni una “verdad del significado”.

5. El contraataque de Quine

Sin embargo, Willard Van Orman Quine, en 1951, con su ensayo demoledor “Dos dogmas del empirismo” rechaza la propuesta carnapiana. 

Quine reconoce que la idea de Carnap es ingeniosa, pero la acusa de no resolver el problema original. ¿Por qué?

Porque —dice Quine— el criterio de Carnap sólo funciona para lenguajes completamente artificiales, donde los enunciados atómicos son independientes entre sí. Y eso no ocurre ni en el lenguaje natural ni en la ciencia real.

Su ejemplo es clásico:

p = “Juan es soltero”
q = “Juan es casado”

En el lenguaje real, p y q no son independientes; por significado, son mutuamente excluyentes. Pero en el sistema formal de Carnap, nada impide una descripción de estado donde ambas sean verdaderas:

Descripción p q
D₁ V V

Eso implicaría que el enunciado “Ningún soltero es casado” sería falso en esa descripción de estado (D₁)y por tanto, no analítico.

Carnap, sin quererlo, habría reducido la analiticidad a la mera verdad lógica, dejando fuera las dependencias semánticas reales del lenguaje.

En palabras de Quine (1951):

“El criterio de Carnap es, en el mejor de los casos, una reconstrucción de la verdad lógica, no de la analiticidad.”

Lo que está en juego


El desacuerdo entre Quine y Carnap es filosófico, no técnico.

Para Carnap, el lenguaje y la lógica son construcciones convencionales. Podemos estipular sus reglas y definir la verdad dentro de ellas, sin hablar de ontología ni de experiencia.

Para Quine, esa pretensión es ilusoria. No existe una frontera clara entre verdades analíticas (por significado) y verdades sintéticas (por hecho). Todo nuestro conocimiento —incluso la lógica— forma una red interconectada que revisamos a la luz de la experiencia.

Por eso Quine acusa a Carnap de seguir practicando una forma de metafísica especulativa, sólo que ahora disfrazada de metalenguaje lógico.

Quine vs Carnap y el formalismo

Las descripciones de estado fueron uno de los intentos más refinados por capturar la analiticidad sin apelar a intuiciones semánticas. Pero, como señaló Quine, ese formalismo termina vaciando la idea misma de “verdad por significado”.

La discusión entre ambos simboliza el momento en que la filosofía del lenguaje se volvió consciente de su propia fragilidad.

Después de Quine, ya no hubo vuelta atrás: se pudo problematizar que la lógica sea un espejo del mundo, y para algunos pudo concebirse como ser una herramienta entre otras en la búsqueda de coherencia dentro de nuestros sistemas de creencias.

Referencias básicas:

  • Carnap, R. (1934). The Logical Syntax of Language.

  • Carnap, R. (1947). Meaning and Necessity.

  • Quine, W. V. O. (1951). Two Dogmas of Empiricism.

  • Stanford Encyclopedia of Philosophy, “Analytic/Synthetic Distinction”, “Truth”, “Carnap”.


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