Kant, la crítica del juicio (pt 1)

 

La Analítica de lo Bello


La primera sección de la Crítica del Juicio Estético es como el “desmenuce” del concepto de juicio de belleza o juicio de gusto. La intención de Kant es explicar qué los hace especiales y cómo se distinguen de otros tipos de juicios:
  • Juicios cognitivos: son aquellos que describen propiedades de las cosas basándose en conceptos, como cuando decimos “esta mesa es de madera” o “este cuchillo es bueno para cortar”.
    Juicios de lo agradable: expresan placer ligado a inclinaciones personales, como decir “me gusta el chocolate”.
  • Juicios de belleza: son diferentes: no se basan en conceptos ni en intereses privados, sino en un tipo peculiar de placer ligado a la percepción de la forma.

¿Qué cuenta como juicio de belleza?

Aquí hay un matiz importante: no todo uso de la palabra “bello” equivale a un juicio estético en el sentido kantiano.

Por ejemplo: si digo “las rosas son bellas en general”, Kant aclara en el §8 que eso no es un auténtico juicio de belleza, sino un juicio lógico con base estética. Estoy aplicando una regla general (“las rosas suelen ser bellas”), pero no estoy emitiendo el juicio puro que se da ante la experiencia inmediata de un objeto particular. En cambio, cuando alguien dice frente a una flor concreta: “¡qué hermosa es esta rosa!”, ese es el tipo de juicio que Kant quiere analizar: un acto mental ligado a la experiencia perceptiva y acompañado de un sentimiento de placer.

Incluso hay debates entre intérpretes: ¿puede haber juicios de belleza negativos, es decir, decir “eso es feo” como contrapartida a “eso es bello”? Kant no lo aclara del todo en esta parte, y este es todo un tema de discusión.

Puede pensarse que un juicio de belleza, en el sentido kantiano más estricto, es la actividad mental que se expresa al decir con sinceridad “eso es hermoso”, frente a un objeto que percibimos directamente.

  • Lo agradable → es subjetivo y relativo.

  • Lo bueno → es objetivo y conceptual.

  • Lo bello → es subjetivo en la base (sentimiento), pero con pretensión de universalidad gracias al sensus communis.

Analítica de lo bello: momentos de los juicios del gusto 

Para analizar este tipo de juicio, Kant propone cuatro “momentos”. Cuando Kant habla de los “cuatro momentos” del juicio de belleza, no se refiere a momentos en el tiempo, como si primero ocurriera uno y luego otro en secuencia cronológica.

Kant usa “momento” (Moment) en un sentido lógico o estructural, no temporal. Cada momento es un punto de vista distinto desde el cual se puede analizar un mismo juicio de belleza. Es como girar un objeto y mirarlo desde cuatro lados diferentes para ver todas sus características.

1.Placer desinteresado: el juicio de lo bello no se basa en un deseo o interés práctico. No nos agrada la flor porque queramos poseerla, ni la música porque nos sea útil. Nos agrada “desinteresadamente”. Esto lo distingue de:
  1. Los juicios de lo agradable (me gusta porque me produce placer sensible, como la comida).

  2. Los juicios de lo bueno (algo es bueno porque cumple un fin moral o práctico).

2. Universalidad sin conceptos: cuando digo que algo es bello, no hablo sólo de mi gusto personal, sino que reclamo implícitamente que todos deberían estar de acuerdo. Sin embargo, esta universalidad no depende de un concepto (“bello” no es una propiedad objetiva como “verde” o “redondo”). Por eso no hay reglas que obliguen a alguien a reconocer la belleza de un objeto, aunque sí hay una pretensión de acuerdo universal.

3. Finalidad sin fin (purposiveness without a purpose): en la experiencia de lo bello percibimos una “adecuación formal”, como si el objeto estuviera hecho para nuestro modo de conocer, aunque no responda a un fin determinado. Por ejemplo, una flor parece tener un orden y armonía “como si” hubiera sido diseñada para agradarnos, aunque no tenga esa finalidad objetiva.

4. Necesidad ejemplar: el juicio de gusto se presenta como normativo: no digo solo “a mí me parece bello”, sino que afirmo implícitamente que “todos deberían sentirlo así”. Pero no es una necesidad lógica ni conceptual, sino ejemplar: mi juicio sirve como modelo de cómo se debería juzgar. Aquí aparece la idea de sensus communis, una especie de “sentido común” estético que compartimos como humanidad. (Sentido común es definido como un principio subjective principle which allows us to judge by feeling rather than concepts (§20).


¿Cómo son posibles los juicios de belleza? Deducción del gusto

Kant se enfrenta a un problema central: los juicios de belleza parecen moverse entre dos polos opuestos.

Por un lado, se fundan en un sentimiento de placer que no depende de conceptos ni puede probarse objetivamente, lo cual los acerca a los juicios de lo agradable. Por otro lado, no implican deseo y, además, pretenden ser universalmente válidos, lo que los aproxima a los juicios cognitivos. Esta doble naturaleza es lo que hace tan peculiar a la teoría estética kantiana.

Con esta postura, Kant se distancia tanto de los empiristas como Hume, Hutcheson y Burke, que reducían el gusto a mera expresión subjetiva de sentimientos, como de los racionalistas como Baumgarten, que lo entendían como conocimiento de propiedades objetivas. Para Kant hay un camino intermedio: el juicio de belleza es sentimiento, pero un sentimiento que reclama universalidad.

¿Cómo es posible esto? Kant responde en la llamada “deducción del gusto”. Su núcleo está en la idea de libre juego de la imaginación y el entendimiento. En la Crítica de la razón pura, la imaginación combina lo que percibimos bajo reglas que el entendimiento le dicta, produciendo conocimiento (por ejemplo, ver un objeto como “verde” y “cuadrado”). En la Crítica del juicio, sin embargo, Kant señala que puede haber otra relación: la imaginación y el entendimiento se armonizan libremente, sin estar sometidos a conceptos. Esa armonía produce un estado no conceptual, un placer desinteresado, que es la base del juicio de gusto.

Eso se verá en la siguiente entrada




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