Filosofía de la mente: La Teoría de la Identidad Mente/Cerebro

La Teoría de la Identidad Mente/Cerebro Según J. J. C. Smart 

La idea central de Smart es directa y aparentemente simple:

Los estados mentales —dolores, imágenes, percepciones, deseos— son procesos del cerebro. No van “acompañados” de ellos. No son “correlatos”. Son lo mismo.

No es que “la mente sea el cerebro” en sentido vulgar (nadie diría “su mente pesa 1.3 kg”).

El punto es: cuando tienes un dolor, un recuerdo o una imagen mental, lo que está ocurriendo es un proceso cerebral, no un proceso paralelo ni un fantasma privado ejecutándose tras bambalinas.

Smart quiere desterrar dos tentaciones:

  1. La tentación dualista: pensar que, además del cerebro, hay “propiedades mentales irreductibles” (qualia místicas).

  2. La tentación conductista: reducir los estados mentales a patrones de conducta o disposiciones.

La identidad mente-cerebro es un fisicalismo sin metáforas místicas ni atajos lingüísticos.

1. Cómo llegamos aquí: dos argumentos vs. el dualismo


Aunque los materialistas existen desde Leucipo hasta La Mettrie, la versión moderna de la teoría surge en los años 50 con U. T. Place y Herbert Feigl:
  • Ullin Thomas Place (1956): “¿Es la conciencia un proceso cerebral?” Su respuesta: sí, igual que el relámpago es una descarga eléctrica.

  • Feigl (1958): Introduce la noción de “nomological danglers” (o colgajos nomológicos): los dualistas postulan correlaciones mente-cuerpo que cuelgan de la ciencia como adornos ridículos.  

    Los dualistas creen que hay dos tipos de cosas

    1. cosas físicas (neuronas, axones, neurotransmisores),

    2. cosas mentales no físicas (qualia, alma, experiencias irreductibles).

    3. Y, además,  creen que entre ambos hay correlaciones regulares: cuando ocurre un cierto patrón neuronal, aparece dolor; cuando ocurre otro patrón, aparece una experiencia visual; etc. Muy bien… ¿pero de dónde salen esas correlaciones?

  • El dualista no puede integrarlas al entramado de la ciencia natural. No explican nada, no predicen nada, no encajan en ningún marco teórico. Por eso Feigl sugiere que son como decoraciones añadidas —pegotes— que cuelgan del edificio científico sin estar conectados con nada. 

a) Fiegl vs dualismo

El dualista dice: “Cada vez que ocurre activación neuronal N, aparece la experiencia de dolor”. Feigl pregunta: “¿Y eso en qué parte de la ciencia está? ¿Dónde está el mecanismo, la explicación, la ley natural que lo unifica? ¿O sólo me estás colgando un amuleto para no romper tu dualismo?”

Para un fisicalista, lo correcto sería: “El dolor es idéntico al proceso neuronal N.” (No cuelga nada extra, no añade adornos.)

Para un dualista, en cambio: “El proceso N causa una entidad no física llamada dolor.”  Aquí aparece el dangler (colgajo): una correlación misteriosa que no pertenece a la física, ni a la biología, ni a nada explicativo.


b) Smart vs dualismo

La teoría de la identidad es ontológica, no lingüística: La palabra dolor no significa proceso neuronal YIgual que relámpago no significa descarga eléctrica.  Pero el dolor es ese proceso, igual que el relámpago es esa descarga. Veamos. 

Majo está en medio de una tormenta y, de pronto, el cielo estalla en una línea blanca. Dice:

—Mira, un relámpago.

Pero, Patricio, un físico a su lado murmura:
—Eso es una descarga eléctrica entre regiones con distinta carga.

Aquí ocurre algo decisivo: no están describiendo dos cosas distintas. No es que Majo viera un relámpago y Patricio vio otra cosa. Vieron el mismo fenómeno. Lo único que cambia es la forma de referirse a él. Majo lo nombra desde la experiencia: luz súbita, corte en el cielo, fulgor visual. El físico lo nombra desde la teoría: electrones, diferencia de potencial, ionización. Sin embargo, el relámpago no “significa” descarga eléctrica. El relámpago ES esa descarga eléctrica.

Esta distinción —entre significado lingüístico e identidad ontológica— es precisamente la que formula J. J. C. Smart en su defensa de la teoría de la identidad psicofísica, cuando sostiene que afirmar que una sensación es un proceso cerebral no constituye una redefinición semántica, sino una hipótesis empírica contingente, análoga a decir que el relámpago es una descarga eléctrica (Smart, 1959).

El caso del dolor

Lo mismo ocurre con el dolor.

Tú dices:
—Me duele.

Y un neurocientífico afirma:
—Se está activando un conjunto específico de neuronas C-fibra en tu sistema nervioso.

No están hablando de dos entidades independientes —una mental y otra física—, sino del mismo fenómeno descrito desde dos niveles explicativos distintos. 

El error del dualismo consiste en postular, por un lado, un dolor “real”, interno, privado y misterioso, y por otro, un proceso neuronal “objetivo”, físico y medible. La teoría de la identidad sostiene que no hay dos cosas, sino una sola realidad descrita de dos formas (Smart, 1959).

3. Identidad ontológica vs. identidad lingüística

Esta es la distinción central:

  • Error lingüístico: creer que la teoría sostiene que “dolor” significa “proceso neuronal Y”.

  • Lo que realmente afirma: el dolor ES ese proceso neuronal.

No se está redefiniendo una palabra. Se está identificando una realidad. Como ocurre cuando decimos que “Clark Kent” no significa “Superman”, aunque ambos nombres refieran al mismo individuo: el significado varía, pero la referencia permanece.

Smart subraya que la identidad entre sensación y proceso cerebral no es una identidad conceptual, sino una descubierta empíricamente, comparable a otras identificaciones científicas históricas (Smart, 1959).

Experiencia y descripción científica

Otro ejemplo. Alguien se quema la mano. Grita. La retira del fuego. La sacude. Siente una punzada, vibrante y urgente. Para esa persona, el dolor es calor insoportable, alarma, retirada. Para un escáner cerebral, ese mismo episodio es una compleja secuencia de impulsos eléctricos recorriendo vías nerviosas específicas.

Dos descripciones. Una realidad.

La teoría de la identidad afirma que no existe un “fantasma del dolor” flotando en un teatro interno separado de los procesos físicos, sino que la experiencia dolorosa y la actividad neuronal son una y la misma cosa, comprendida desde perspectivas descriptivas distintas, tal como lo propone Smart al comparar explícitamente la relación dolor–proceso cerebral con la relación relámpago–descarga eléctrica (Smart, 1959).

Smart mismo comenzó como conductista (influido por Ryle), pero vio que el conductismo era una mala explicación de la experiencia interna. Tras discutir con Place y Martin, abandona el conductismo y abraza la identidad.

4.  Qué es realmente la teoría de la identidad

Smart y Place aclaran que no se trata de traducción lingüísticaNo intentan convertir la frase “tengo un dolor agudo” en “mis C-fibras se activan con intensidad 7”. Eso sería absurdo, igual que traducir “árbol” como “agregado de moléculas de celulosa beta-1→4”.

La teoría es ontológica, no lingüística:

  • La palabra dolor no significa proceso neuronal Y.

  • Igual que relámpago no significa descarga eléctrica.

  • Pero el dolor es ese proceso, igual que el relámpago es esa descarga.

Distinción:
Diferencia de significado no implica diferencia de referencia.  Es como “la estrella vespertina” y “la estrella matutina”: dos descripciones, un planeta (Venus); o Clark Kent y Súperman. 

5. ¿Pero los estados mentales no son “incorregibles”?

Una objeción a la teoría de la identidad es la siguiente:

  • “Si digo que tengo dolor, no puedo equivocarme;

  • pero si digo que se activó el área X del cerebro, sí puedo equivocarme.
    Por tanto, no pueden ser lo mismo.”

Smart responde: La aparente “incorregibilidad” es una ilusión lingüísticadecir “me duele” es una afirmación de bajo contenido factual, casi una confesión (avowal): es como un quejido sofisticado.

Place resume explicando que hay dos formas de reportar la experiencia. 

  • “Veo un remo doblado” es una afirmación más arriesgada que

  • “Me parece que veo algo doblado”.

La sensación y la descripción de la sensación deben distinguirse. No son prueba de dos sustancias distintas, sino de dos modos de informar.

Lo que Place quiere decir es que la supuesta “incorregibilidad” de los estados mentales —la idea de que no podemos equivocarnos cuando decimos “me duele” o “veo un color”— no prueba que las sensaciones sean algo distinto del cerebro. Simplemente muestra que hay dos tipos de afirmaciones: unas con alto contenido factual y otras con contenido mínimo. 

Decir “veo un remo doblado” es arriesgado, porque implica que realmente hay un remo y que realmente está doblado. En cambio, decir “me parece que veo algo doblado” es mucho más seguro: solo afirma la sensación, no el estado del mundo. De igual manera, decir “tengo dolor” es prácticamente imposible de corregir porque no afirma nada más allá de la propia vivencia, igual que un quejido; pero eso no significa que haya dos sustancias —una mental y una física—, sino solo dos formas de reportar experiencias: unas que describen el mundo (y pueden fallar) y otras que solo expresan cómo se siente uno (y rara vez fallan).

6. Construcción vs Identidad

Place prefería decir que lo mental está “constituido” por lo físico. Smart prefiere decir que es idéntico al proceso físico.

Sí, esto genera frases rarísimas, como:

Si el proceso neuronal Y es circular y está dentro del cráneo, entonces mi sensación X también es circular y está dentro del cráneo.

Suena absurdo. Pero eso únicamente muestra que lo que experimentamos no nos revela la forma física del procesoEs como saber que el decano de medicina es el profesor de anatomía, aunque lo conozcas solo en una de sus facetas.

6. Emergencia débil vs Emergencia fuerte

Smart subraya que la teoría de la identidad rechaza la “emergencia fuerte”, la idea de que lo mental surge como una propiedad irreductible inexplicable por lo físico.

Acepta sólo la emergencia “inofensiva”: una máquina no es un montón de piezas. Pero eso no implica magia ontológica.

El dolor es una propiedad del cerebro organizada, igual que la liquidez es una propiedad del agua organizada. Nada sobrenatural en ninguno de los dos casos.

¡Tres tesis de la teoría de la identidad que debes recordar!

  1. De acuerdo con la teoría de la identidad: Los estados mentales son estados cerebrales. No están conectados, correlacionados ni vinculados: son idénticos.
  2. La teoría no niega los estados mentales: los conserva, pero los hace físicos hasta la médula.
  3. Smart no dice que el vocabulario mental sea inútil. Solo dice que su referente último es cerebralIgual que “el amanecer” es real, aunque sepamos que la Tierra gira y no “sale” el Sol.


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