En Aristóteles cada cosa tiene una esencia, es decir, lo que la hace ser lo que es (por ejemplo, la racionalidad en el hombre).
Tiene también atributos accidentales, que pueden cambiar sin que la cosa deje de ser lo que es (por ejemplo, ser bípedo o tener barba).
2. Ejemplos
Quine pone el ejemplo para mostrar la diferencia:
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Para Aristóteles, “ser racional” es esencial al hombre, “ser bípedo” es accidental.
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Para la teoría moderna del significado, eso no tiene sentido aplicado al individuo, porque el problema ya no es metafísico sino lingüístico.
En lenguaje moderno:
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Decimos que “racionalidad” forma parte de la significación del término “hombre”, pero no de “bípedo”.
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Y que “tener dos piernas” forma parte de la significación del término “bípedo”, pero no de “hombre” (aunque en el mundo real casi todo hombre es bípedo).
3. La transformación semántica
En la primera parte de Dos Dogmas del Empirismo Quine introduce una frase muy potente:
“Las cosas, según Aristóteles, tienen esencia; pero sólo las formas lingüísticas tienen significación.”
Esto significa que: (a) La esencia es una categoría ontológica (propia de las cosas). (b) La significación es una categoría semántica (propia del lenguaje).
Y de ahí deriva la conclusión central de Quine: la significación es lo que la esencia se convierte cuando se separa del objeto y se adscribe a la palabra.
En otras palabras, la noción moderna de “significado” es una versión lingüística de la esencia aristotélica: algo que ya no pertenece a las cosas, sino a los nombres.
4. La herencia problemática de Aristóteles
Y pregunta:
¿Qué clase de cosa es una “significación”? ¿Existe realmente algo en el mundo que sea “la significación” de una palabra?
5. La propuesta de Quine
Podemos decir, de manera más sobria:
La teoría de la significación no trata de “cosas” llamadas significados, sino de relaciones de sinonimia entre formas lingüísticas y de analiticidad en los enunciados.
Es decir, en lugar de postular un “significado” como algo misterioso que está entre la palabra y la cosa, podemos hablar solo de cómo ciertas palabras son sinónimas entre sí y cómo ciertos enunciados son analíticos.
Y ahí, de paso, elimina la necesidad de entidades intermedias (como “significados”, “contenidos”, “ideas”), lo cual será clave en su crítica al primer dogma.
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