Falsacionismo y el intento popperiano de escapar del problema de la inducción
Después de presentar el problema de la inducción en su forma más devastadora —la tesis humeana de que no existe ninguna justificación no circular para las inferencias inductivas—, Pritchard introduce una de las respuestas más influyentes y radicales del siglo XX: la propuesta falsacionista de Karl Popper.
Para Popper, la gran falla de la filosofía anterior consistía en suponer que la ciencia se basa en verificar o apoyar mediante observaciones los enunciados universales, tal como ocurre en un razonamiento inductivo. Popper rechaza esa idea desde la raíz. Según él, la ciencia no utiliza la inducción, nunca la ha utilizado y nunca la necesita. Con ello, Popper intenta un movimiento audaz: eliminar el problema en vez de resolverlo.
La estrategia es la siguiente:
👉 La ciencia no confirma teorías, sino que formula hipótesis arriesgadas, generalizaciones ambiciosas, que luego somete a pruebas diseñadas no para apoyarlas sino para destruirlas.
👉 El objetivo no es encontrar evidencia favorable, sino buscar contraejemplos.
👉 Si se encuentra un contraejemplo auténtico, entonces —y aquí está el punto crucial— la inferencia hacia la falsedad de la hipótesis es deductiva, no inductiva.
Pritchard ilustra la propuesta con el famoso caso de los emús:
Hipótesis (H): Todos los emús son incapaces de volar.
Contraejemplo potencial: Encontrar un emú que pueda volar.
Si realmente encontramos un emú volador, entonces podemos inferir de manera estrictamente deductiva:
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Existe un emú volador.
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Si existe un emú volador, entonces no es cierto que todos los emús son incapaces de volar.
Conclusión: No todos los emús son incapaces de volar.
Esta inferencia no es inductiva: es válida y por tanto deductiva.
Popper sostiene que la ciencia, correctamente entendida, progresa sólo mediante falsaciones deductivas, no mediante confirmaciones inductivas. Cada teoría científica es una hipótesis que intenta sobrevivir a pruebas severas; nunca se “verifica”, solo se “no ha sido falsada (todavía)”.
Si esto fuera correcto, el problema de Hume perdería su fuerza, porque la ciencia no se apoyaría en la inducción. Así, la epistemología científica quedaría salvada sin concederle nada a Hume.
Pero Pritchard explica que el intento popperiano enfrenta dos problemas devastadores.
🟥 Primer problema: si Popper tiene razón, entonces sabemos muy poco
El núcleo del problema es simple:
Si la ciencia solo produce conocimiento cuando falsamos una hipótesis, entonces solo sabemos las hipótesis que han sido refutadas.
Pero la mayor parte de lo que tenemos por conocimiento científico parece consistir en afirmaciones generales que no han sido falsadas. Por ejemplo:
— ¿Sabemos que todos los emús son incapaces de volar?
Para Popper: No, porque esa es una generalización universal, y ninguna cantidad de observaciones favorables puede confirmarla (pues eso sería inducción).
Así, según Popper:
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Conocemos cuando una hipótesis es falsa (por falsación).
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Pero nunca conocemos cuando una hipótesis es verdadera.
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Y tampoco conocemos que una hipótesis no falsada sea probablemente verdadera, porque eso sería un razonamiento inductivo (el cual Popper rechaza).
El resultado: el falsacionismo termina destruyendo gran parte del conocimiento científico ordinario. Solo sabríamos cosas como “No todos los metales se dilatan con el calor” si encontráramos un contraejemplo, pero nunca podríamos saber “Todos los metales se dilatan con el calor”.
Popper, al eliminar la inducción, elimina también el conocimiento positivo universal.
🟥 Segundo problema: la falsación no es tan deductiva como Popper supone
Incluso si aceptáramos el marco popperiano, su pieza central —que un solo contraejemplo basta para falsar una teoría— es más problemática de lo que parece.
Imagina que una científica entra al laboratorio diciendo que vio un emú volando.
¿Debemos inmediatamente abandonar la hipótesis universal “todos los emús son incapaces de volar”?
Seguramente no. Hay muchas otras posibilidades racionales:
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Quizá la observadora se equivocó.
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Quizá las condiciones de visibilidad eran malas.
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Quizá el animal solo parecía un emú.
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Tal vez había otra especie muy similar.
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Quizá el animal saltó o planeó de un modo extraño y fue interpretado como “volar”.
Pritchard subraya un punto crucial:
Ninguna observación es aceptada automáticamente, sin mediación de teorías, conceptos y expectativas previas.
Por eso, incluso la supuesta falsación popperiana requiere:
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aceptar como confiable la percepción,
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aceptar que el objeto observado pertenece a la categoría relevante,
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suponer que no hay error instrumental,
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descartar hipótesis auxiliares alternativas.
La conclusión es demoledora para Popper:
la falsación tampoco es puramente deductiva, porque depende de un entramado de supuestos empíricos e inductivos.
Así, la idea de que existe una forma “pura” de conocimiento científico basado solo en deducción resulta ilusoria.
Y el golpe final:
Si incluso la falsación no es deductiva, entonces no puede escapar del problema de la inducción.
Popper prometía un camino que evitaría el círculo vicioso humeano, pero termina siendo otra forma de razonamiento que descansa en supuestos empíricos difíciles de justificar sin algún tipo de inducción.
🟦 Conclusión del capítulo según Pritchard
Popper ofrece una visión inspiradora de la ciencia como una empresa audaz y crítica, pero no logra resolver el problema epistemológico profundo:
👉 la ciencia depende de la inducción, aunque sea de manera sofisticada y mediada, y por tanto sigue enfrentando el desafío planteado por Hume.
En última instancia, el falsacionismo revela más sobre el espíritu crítico de la ciencia que sobre su justificación racional.
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